viernes, 29 de febrero de 2008

Sin Fe No Hay Milagros

Jesús no puede obrar milagros donde no encuentra fe. Es imperativa nuestra fe para que se cumplan nuestras peticiones de milagros.

Marcos 6:1-6a: Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos. Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos? ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él. Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa. Y no pudo hacer allí NINGÚN MILAGRO, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos...

Le invito a escuchar el mensaje que el Señor nos ha dado este domingo pasado para que comparta con nosotros una gran verdad del Evangelio.

Como cristianos, debemos estar constantemente fortaleciendo nuestra fe para que Dios haga en nosotros y por medio de nosotros los milagros (grandes y pequeños) que estamos esoperando...

Las personas que no conocen a Dios no pueden comprender esta realidad, porque tienen un concepto equivocado de la manera en que Dios obra. Pero somos nosotros los llamados a presentarles una verdadera visión de lo que es Dios, para que puedan creer.

En este proceso es necesario que sepamos fortalecer nuestra fe para que contenga los elementos esenciales para la victoria que el Señor nos quiere dar. Nuestra fe tiene que ser:

  • Tan GRANDE como un grano de mostaza (Lucas 17:5-6)
  • Tan ACTIVA como para ir acompañada de obras (Santiago 2:17-18)
  • Tan FUERTE como para soportar las pruebas (1 Pedro 1:6-9)

Hay dos cosas que pueden hacer decaer nuestra fe: nuestra duda (incredulidad) y nuestro miedo (temor). Seamos firmes en buscar nuestra posición y nuestra función en medio del Reino de Dios en la tierra. Dios tiene un propósito para cada uno de nosotros, si tan solo nos levantamos y nos movemos en el momento en que escuchamos Su voz y Su llamado a seguirle.

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